Cuando estamos perturbados por nuestras emociones, ¿cómo nos ayuda la regulación cognitiva?
La regulación cognitiva nos permite tomar mejores decisiones y evitar que la emoción coja las riendas de nuestras acciones. Así pues, cuando un hecho nos impacta y nos provoca una emoción tenemos la posibilidad de parar, no tocar ni hacer nada, no luchar contra lo que sientes, respirar fondo 1 minuto, sentir la emoción, qué me está diciendo, procesar la emoción, dejársela sentir y una vez ha pasado por el cuerpo, ver qué pensamientos tengo.
Hay que tener presente que todo hecho vivido es interpretado por nuestra mente. Lo interpretamos con pensamientos y creencias que determinan la lectura que hacemos de esto que estamos viviendo.
Es cierto que este proceso de tomar conciencia de nuestra emoción para algunas personas es más rápido que para otros, se entrena. Así pues, puede necesitar cambiar de espacio, salir a hacer deporte, gritar, bailar, quedarse sentado, quieto -cada cual puede encontrar sus estrategias, hay tantas como personas-.
Cuando sabemos qué pensamientos tenemos, llega el gran momento de discernir y a la vez cuestionarnos a nosotros mismos. “Pienso que ha pasado esto, porque aquello otro, pero si tengo en cuenta también que…”y así entramos en una espiral de pensamientos que en ningún caso quieren decir ni certezas ni verdades. Por lo tanto, esto que estoy pensando ¿en qué se basa? ¿Qué sustenta este pensamiento? ¿Qué hechos me lo demuestran? ¿O es que tengo una creencia que me lleva a pensar esto, porque según esta, las cosas tendrían que ser diferentes? ¿He decidido yo esta creencia? ¿Me es útil para entender la realidad?
Las creencias son construcciones sociales y culturales y también basadas en nuestra experiencia pasada, que no son lógicas, ni tienen ninguna base empírica, pero que hemos incorporado como verdades y que nos sirven para darnos respuestas a lo que pasa. Nuestras creencias son nuestros jueces internos; de lo que está bien y lo que está mal; de lo que tendría que ser de este modo o de este otro. Conocer cómo nuestras creencias participan en el proceso de interpretar los hechos que vivimos es fundamental.
Por lo tanto, cuando haces este proceso de observar como interpretas lo que estás viviendo podrías llegar a darte cuenta que te estás inventando cosas. Sí, sí, inventando. Que hay una gran parte de la historia que desconoces pero que tu cerebro, como que siempre necesita encontrar respuestas, pues hace el relato que le parece más lógico a partir de la emoción de malestar que estás sintiendo y de las creencias incorporadas que nos sirven para explicarnos la realidad y que esta tome un sentido para nosotros. Pero hay que tener muy presente una cosa: el hecho que te ha provocado esta reacción siempre es un hecho neutro, las implicaciones que tiene son una construcción que nos hacemos cada una de nosotros.
Así pues, este hecho nuestro es pensado e interpretado por nuestra mente y es de esta interpretación que hacemos (a partir de nuestras creencias, valores y experiencias anteriores) que surge la emoción que sentimos. Es decir, la emoción es una construcción.
Y las emociones son información. Lo que te emociona, te importa: sean emociones que nos generan bienestar o malestar.
¿Por qué saber esto es importante? Pues porque no saberlo implica hacernos daño a nosotros mismos de manera innecesaria y también a las personas de nuestro alrededor.
Por lo tanto, para regular la emoción tendremos que seguir los siguientes pasos:
- Dejarla sentir, sin juzgarla.
- Hacerla consciente y ser nosotros conscientes.
- Cuestionarnos cómo hemos construido esta emoción (en base a qué interpretación de los hechos hacemos).
- Recordar la complejidad de las emociones.
- Decidir qué queremos hacer de ella y qué acciones queremos emprender a continuación que nos permitan cuidarnos y preservar los vínculos y nuestra comunicación con las otras personas.
A pesar de la complejidad que se desprende de pensar y entendernos desde aquí, la buena noticia es que esto se entrena; es un músculo. Y es un entrenamiento diario. De hecho, hay personas que acompañamos a generar este músculo. ¿Te animas?
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